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Mostrando entradas de septiembre, 2011
Te he tratado como a los demás. - Pero yo no soy los demás, ¡¿cuídate mucho?! ¿que es eso?, ¿ahora eres todo felicidad?, ¿quien eres?, ¿eres de los que estrangula a la gente y lo olvida? Intento liberarte, solo quiero reparar mi error. -Cuídate mucho.
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Me he ido para desconectar. Pero mi lado del muelle no me vale. Ahora me gusta el otro. El mundo es jodidamente pequeño.

Barre tu parcela.

Yo soy yo. No puedo esperar que las personas que me rodean actúen igual que yo. Debo entenderlo. Pero tampoco voy a admitir ni intentar comprender cosas que no van conmigo, de las que yo no formo parte ni formare jamás. Cada uno que crea lo que quiera, que piense lo que quiera. Que barra su parcela. Eso si consecuentemente.

Principiantes

Siempre me pregunto por qué no tengo a alguien a mi lado. Cuando digo esto no me refiero a un novio que este de "moda", sino a alguien que este contigo porque te conozca y de verdad se enamore de ti, y te necesite. Pero hoy viendo Principiantes he ratificado en mi cabeza que no es que nadie quiera estar ahí, sino que yo no dejo que nadie este. Tal vez deba tener 38 años y darme cuenta de que vivir solo no es la mejor opción. De que en realidad aún no he encontrado a nadie especial. Hasta ahora todo a sido complicado y confío en que cuando encuentre a esa persona todo sera fácil, sencillo, veloz, tranquilo y perfecto. Por lo menos me parecerá perfecto. Antes escapaba para ser libre ahora hacerlo no me lo parece.
Unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres repetidas. Unas veces me siento como un acantilado y en otras como un cielo azul pero lejano. A veces uno es manantial entre rocas y otras veces un árbol con las últimas hojas. Pero hoy me siento apenas como laguna insomne con un embarcadero ya sin embarcaciones una laguna verde inmóvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces, sereno en mi confianza confiando en que una tarde te acerques y te mires, te mires al mirarme.
Se me olvidaba. Todo lo que hago parece ser ridículo. No convencional.
Yo, que estaba tan tranquila. Tan tranquila en la mentira, claro. Ahora me recorre mi instinto de "abogada defensora de las causas perdidas" que desde que tenía seis años no me ha abandonado. ¿Por qué tengo siempre que sentirme yo culpable? Creer que debo ir a arreglar algo que no se ha destruido por mi culpa. Así estoy ahora. No me puedo ir a Bilbao así. No puedo.

En casa. El lugar donde quieres y te quieren.

Todo el mundo hace lo que quiere, sin dar explicaciones. Hace las cosas y punto. Yo quiero ser capaz de funcionar así sin tener que planearlo con antelación. Que sepáis que voy a intentarlo, incluso ya estoy en ello.
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Estos días mis reflexiones han dado bastante por saco. Pero he vuelto. Soy yo. La que no para, la que se parte de risa con cada chominada y a la que la rutina entierra. Bienvenida Sara hija, ya te ha costado.
Me doy cuenta de que soy feliciiiisima y no pienso en nada hasta que llego a casa. Llego y pienso. Y luego lo escribo. Por eso paso tan poco por casa. Por eso mis pies nunca me llevan aqui.
Empiezo esto sin saber que voy a poner. Ojala lo que sienten mi tripa y mis piernas se pudiera pasar a este texto sin necesidad de utilizar los dedos. Mis dedos no lo sienten. No se que quiero, de verdad, no lo se. Quiero que sea este fin de semana. Que pase, que vuele. Y volver. Volver a la paz interna de la que tanto hablo. Me siento tonta. No me entienden, eso siento. Tal vez no sepa explicarme y no me escuchen. Tal vez no me escuche yo a mi misma. ¿Luchar? Me he aburrido, tampoco es que me dedique a ello única y exclusivamente pero si siento que lo intento. Pero no importa, nadie lo nota, no es recíproco. Vivo para poner comas. Para eso vivo.
Hay que dejar tiempo. Para que las cosas funcionen con normalidad. Tal vez tu ya estés listo pero esto es una cosa de dos, y hay que esperar. No queda otra. Nadie te asegura que comportándote como la persona que eres sin sentir nada, valla después a suceder algo, pero debes hacerlo. Debo hacerlo. Esto se llama "auto convicción." Cuando no te lo crees por nada del mundo y sabes que lo vas a pasar fatal y que no valdrá para nada en realidad, pero te quedará saber que actuaste bien, como debías aunque no como, en ese momento, te lo pedía el alma.